La crisis de la comodidad: cómo abrazar la incomodidad puede ayudarnos a reconectar con nuestra fuerza, alegría y bienestar.
- Den Paccot

- 28 oct
- 4 Min. de lectura
En su libro "Comfort crisis" Michael Easter nos menciona que vivimos en una época que ha eliminado casi todas las incomodidades que nuestros ancestros enfrentaban a diario: el hambre, el esfuerzo físico, el frío, el silencio. Paradójicamente, este progreso que prometía hacernos más felices nos ha vuelto más frágiles, ansiosos y desconectados.

El problema actual: la crisis del exceso de comodidad
El exceso de comodidad ha terminado afectando profundamente nuestras vidas.
1. Cuerpos víctimas del confort
Nuestro estilo de vida es cada vez más cómodo, ya no necesitamos hacer esfuerzo físico para sobrevivir. Evolucionamos para movernos, caminar, cargar peso y esforzarnos a diario, pero hemos dejado de hacerlo. Somos cada vez más sedentarios, y eso genera innumerables problemas de salud. Como dice la frase: “Use it or lose it.”
Por otro lado, hoy es más fácil que nunca alimentarnos. La comodidad del supermercado y del refrigerador implica que nunca pasamos hambre. Tener comida constante (muchas veces ultraprocesada) ha eliminado la sensación real de hambre y potenciado el comer por ansiedad.
La calefacción y el aire acondicionado nos protegen del frío y del calor, lo que elimina el tipo de estrés físico que activa en el cuerpo procesos naturales de reparación, inmunidad y longevidad.
Además nuestras vidas citadinas implican que vivimos rodeados de cemento y luz artificial, con poco contacto con la naturaleza y un exceso de limpieza que debilita nuestro sistema inmune.
La comodidad de nuestros sillones nos permite sentarnos sin activar un solo músculo.
En resumen, el haber perdido la incomodidad física genera que nuestros cuerpos se vayan atrofiando con el tiempo.
2. Cada vez más cómodos pero menos satisfechos
A medida que aumentan las comodidades y disminuyen los problemas, no nos volvemos más satisfechos, sino más exigentes. Bajamos el umbral de lo que consideramos un problema. De hecho, mientras más fácil se vuelve la vida, más nos quejamos por cosas insignificantes.
Tenemos más confort que nunca, pero nos sentimos vacíos e insatisfechos. Lo que antes era un lujo, hoy se ha convertido en necesidad. Este fenómeno —el comfort creep— nos enseña que cada nueva comodidad redefine nuestro estándar y reduce nuestra capacidad para tolerar el malestar.
En resumen, nos volvimos expertos en eliminar el malestar, pero incapaces de tolerarlo.
3. Mentes entretenidas pero agotadas
La comodidad de tener entretenimiento ilimitado en el bolsillo ha eliminado todos los momentos de aburrimiento. El problema es que el aburrimiento es necesario para la creatividad, la introspección y el descanso mental.
Esta constante estimulación nos deja desmotivados, ansiosos e incapaces de disfrutar lo simple. Vivimos en un estado de hiperactivación mental permanente: sin pausa, sin silencio y sin desconexión.
Los celulares impactan también en la gran paradoja de que estamos más comunicados que nunca pero nos sentimos más solos que antes.
En resumen: estamos hiperconectados, pero mentalmente agotados.
Es decir, la sociedad moderna nos ha generado un exceso de comodidad que ha resuelto casi todos nuestros desafíos externos, pero nos ha dejado con cuerpos frágiles, menos satisfechos y con mentes agotadas.
Michael Easter nos propone algo que suena paradójico, la solución no está en buscar más confort, sino en recuperar el valor de la incomodidad. La pregunta es ¿cómo lograrlo? A continuación les dejo algunas ideas que propone en su libro.
Estrategias para recuperar el equilibrio
1. Misogi: hacer cosas difíciles a propósito
El Misogi es una práctica inspirada en rituales japoneses donde la meta no es
ganar, sino descubrir quién eres al enfrentarte a lo imposible.
“El misogi no se trata de un logro físico. Se trata de preguntarte: ¿qué estás dispuesto a atravesar mental y espiritualmente para convertirte en una mejor persona?”

No se trata de correr un maratón, sino de desafiar los propios límites: subir un cerro, cargar peso, exponerse al frío, ayunar o caminar largas distancias. Se trata de elegir hacer algo diifícil a propósito.
Idea práctica: una vez al año, haz algo que tenga 50% de probabilidad de fracaso.
2. Pequeñas dosis de incomodidad
Michael Easter nos propone también agregar a nuestro día a día pequeñas incomodidades físicas como el ayuno, pasar frío o calor, sentarnos en el suelo o duchas frías que activan nuestros músculos y procesos naturales de reparación y longevidad.
Ideas prácticas:
Probar un ayuno intermitente liviano una o dos veces por semana.
Bajar un par de grados la calefacción.
Terminar la ducha con 30 segundos de agua fría.
3. Recuperar el silencio, la soledad y el aburrimiento
Estar a solas sin estímulos nos permite reconectar con nosotros mismos y con lo esencial. La mente necesita pausas para procesar, crear y descansar. La invitación es a dejar el celular a ratos, y volver a permitirnos el aburrimiento.
“Instead of thinking less phone, it might be more productive to think more boredom.”
Idea práctica: apagar el celular por una hora diaria o incorporar una caminata sin destino como ritual semanal.
4. Volver a moverse y esforzarse

El movimiento es el antídoto contra la fragilidad moderna. No se trata solo de ir al gimnasio, sino de recuperar lo funcional: caminar, agacharse, levantar peso, subir escaleras, empujar, arrastrar, etc... El esfuerzo, con su respectiva incomodidad, de a poco nos devuelve la satisfacción de lograr cosas difíciles.
Idea práctica: Elige el esfuerzo cuando sea posible —por ejemplo, usar las escaleras en lugar del ascensor.
5. Recuperar el contacto con la naturaleza
Pasar tiempo en la naturaleza reduce el estrés, mejora la creatividad y fortalece el sistema inmune. Nuestros ancestros vivían día y noche en la naturaleza, la invitación entonces es a reconectarnos aunque sea por periodos breves con la naturaleza que nos rodea. Incluso unos minutos de contacto con lo natural ayudan a reequilibrar cuerpo y mente.
Idea práctica: salir al aire libre sin audífonos ni teléfono, caminar en silencio, y simplemente observar. Veinte minutos al día pueden marcar la diferencia.
Reflexión
¿Cómo sientes que te afecta la cómodidad de tu vida moderna?
¿Con qué te identificas de lo que menciona Michael Easter?
¿Cómo consideras que el recuperar espacios de incomódidad podría ayudarte?
¿Cuál de las estratégias propuestas crees que te permitiría recuperar tu fortaleza física, satisfacción emocional y claridad mental?
Si quieres profundizar en este tema, te dejo el link de Amazon del libro: https://a.co/d/2Lsl7ZH

En Chucao Consultores queremos acompañar procesos de transformación tanto personales como de equipos y organizaciones.
Si consideras que estas reflexiones te sirven, te invitamos a contactarnos. Estamos aqui para apoyarte a ti, a tu equipo y a tu organización.



Comentarios